Vera Drake (Mike Leigh, 2004)

 



El único aborto que no se muestra en la película es el que lleva adelante la hija de un ministro al quedar embarazada luego de un abuso sexual. Simplemente se relata la recomendación del médico que hará el aborto, la consulta con el profesional, los costos, la contención psicológica, el reservado y pulcro alojamiento en una clínica privada  y el regreso a la casa como si nada hubiera pasado. En cambio, los abortos que Vera Drake practica en mujeres de clase media baja o directamente pobres, con varios hijos por alimentar, son mostrados en toda su séptica urgencia. Esta decisión es la toma de postura de la película: una mujer de solventes recursos económicos puede realizar un aborto con las seguridades, el acompañamiento y la discreción del caso mientras que aquella de pocos o nulos recursos pone en riesgo su vida sin intervención médica, sin la higiene apropiada y en absoluta soledad.







Vera Drake utiliza el verbo ayudar para describir lo que hace. Y esto es ratificado desde el inicio de la película cuando vemos a Vera tender una mano  a vecinos postrados por la depresión (además de organizar su hogar, atender a su familia, a su anciana madre o al futuro pretendiente de su hijaI) con el mismo espíritu tranquilizador y festivo utilizado durante los abortos por los cuales no cobra ni un céntimo. Este excesivo estado de ingenuidad (que hace un poco de ruido aunque sea característico de algunos personajes femeninos en el cine Mike Leigh como la madre de Secrets and Lies) se derrumbará cuando Vera sea detenida porque una de las mujeres a quien atendió casi termine muerta en una de las escenas más intensas de la película.



A partir de la detención, la película comienza a perder algo de fuerza por situaciones redundantes que solamente están para dilatar el momento del juicio. Pero, como siempre en Mike Leigh, los actores salvan cualquier flaqueza encabezados por Imelda Stauton en su enorme actuación como Vera Drake. 

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