Ice Age: Continental Drift (Steve Martino/Mike Thurmeier, 2012)

 


La cuarta entrega del trío inspirado en aquella película encabezada por John Wayne (3 Godfathers, John Ford, 1948) repite hasta el cansancio los tics que vienen arrastrando desde el primer capítulo. En este caso, el deshielo originado por la ardilla obsesionada con la bellota separará los continentes y el terceto (acompañados por la abuela de Sid) se encontrará a la deriva por el océano sobre un bloque de hielo hasta que un simio pirata los capturará sin entenderse muy bien por qué.










La película es un naufragio constante de intentos por causar gracia: los chistes son malos, la histeria de Sid (multiplicada con la aparición de su abuela) es chillona y en muy pocos momentos sus gags físicos provocan risa. Lo mismo ocurre con la ardilla, la bellota y su saqueo poco efectivo al Coyote. 






Pero lo que más disgusta de la película es la necesidad de conectar con las producciones del momento. La aparición de un simio pirata es tan antojadiza que ese anacronismo no sorprende ni causa gracia. Es simplemente un guiño a Piratas del Caribe que no va más allá de eso y que se agota tan rápido que hace interminable a una película que apenas llega a la hora y media de duración. 


Es una saga que está haciendo agua (como ocurrió con Shrek) y necesita un final al menos decoroso.

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