The Danish Girl (Tom Hooper, 2015)














Hay un momento en The Danish Girl que resume el problema de la película: en una de sus escapadas existencialistas y de descubrimiento,  el protagonista va a parar a un burdel por donde espía desde un cubículo a una prostituta desnuda. Al descubrirlo como espectador, la prostituta se siente intimidada por su presencia y cubre su desnudez con vergüenza. Por más que después la prostituta parezca excitarse con la imitación del protagonista, queda la sensación de que la reacción de la prostituta es poco creíble y artificial. Algo parecido ocurre con la película: es un producto artificial y poco creíble que intenta todo el tiempo una empatía con los personajes que la misma puesta en escena niega.


La historia de un hombre (Eddie Redmayne) que quiere cambiar de sexo después de un proceso de descubrimiento hacia una nueva identidad pudo haber sido interesante sino fuera por los excesivos manierismos del director que, siguiendo la línea de Peter Greenaway, hace encuadres exquisitamente pictóricos pero que no conviven con el relato. Pero además, el detonante de los cambios del protagonista es el inverosímil momento en que la mujer, Gerda (Alicia Vikander) lo apremie a vestirse de bailarina para terminar un cuadro. Desde el momento se calza las medias de bailarina, se desencadena en el protagonista el deseo de ser mujer. Las idas y vueltas son tan inconsistentes como el progreso dramático de la historia. Lo único que despunta como interesante (la ayuda de la esposa en construirlo como mujer para usarlo como estímulo sexual) termina desdibujándose ante la necesidad de que Lili (el nombre que toma el personaje como mujer) no quede marginada por la posible bisexualidad de Gerda, 



El final es tan conservador y esquemático como supuestamente poético (una pseudopoética que la emparenta con American Beauty) pero acorde con el resto de la película a pesar de sus intenciones de pasar por film de exquisita factura. Flojita.


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