Butterflies are free (Milton Katselas, 1972)










Hija de la movida flower power de San Francisco, Butterflies are free hoy luce un tanto avejentada tanto por su puesta en escena teatral (algo que por los años setenta era casi un género en sí mismo como por ejemplo The goodbye Girl (Herbert Ross, 1977), como por la construcción esquemática de los personajes, repletos de buenas intenciones.







El argumento es simple: una atribulada joven recién separada, Jill (Goldie Hawn), alquila una habitación en un destartalado albergue donde vive un joven ciego, Don (Edward Albert) del cual se enamorará (un verbo que para Jill suena excesivo y para la película también) cuyo amor será correspondido ya que Don fue abandonado recientemente por un antiguo amor. En el medio, surgirá la madre del muchacho (Eillen Eckart) quien intentará separarlo de la chica cuando la conozca, provocando una crisis en la relación.




A pesar de que Milton Katselas intenta borrar la base teatral de la historia (un par de exteriores, tomas cenitales), la impronta teatral es muy fuerte y no logra, por ejemplo, frenar la impronta fotogénica de Goldie Hawn que es puro cine (y Katselas lo sabe) lo que provoca un interés en su personaje que la obra no puede satisfacer. El resultado de la película el olvido sin el marco histórico y social en el cual fue estrenada. De hecho, el personaje de Jill hoy en día no pasaría de ser una chica paseándose en ropa interior frente a las cámaras sin saber qué hacer con su vida cuando en los '70 claramente representaba a una joven libre que le saca lo formal a Don.


MiltUn película con puro interés arqueológico.

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