Majo No takkyubin (Hiyao Miyazaki, 1989)















Película que anticipa en  algunos puntos Sen to Chihiro no kamikakushi (2001) en su descripción sobre las relaciones entre una clase social ociosa  y la trabajadora. En este caso, tenemos a una bruja que al cumplir trece años debe seguir la tradición de emigrar a un pueblo donde pueda ejercer su oficio.Finalmente caerá en pueblo muy europeo, donde por casualidad encontrará trabajo en una panadería como repartidora de pedidos montada en su escoba voladora. Al pasar los días, Kikki encuentra un mundo hostil a partir de su propia ansiedad en cumplir sus objetivos lo más rápido posible. Esta ansiedad logra frustrar a Kikki varias veces hasta perder la confianza en sí misma. Finalmente, ayudando y ayudada todo se encarrilará.   


Como siempre en sus películas, Miyazaki no construye enemigos sino contrariedades que fortalecen y disemina de personajes la historia donde algunos son apuntes y otros tendrán peso importante en la trama (como la abuela que le prepara la comida para el cumpleaños a su nieta o la nieta misma como contracara de Kikky) que construirán un mundo tan complejo como humano,




Aunque Miyazaki confía en un mundo mejor, evita caer en el mesianismo de pregonar un cambio universal coordinado para mejorar la humanidad sino que parece decir que esto se dará de a poco a partir de acciones desinteresadas y amables. Y esto lo confirma con el cierre de la película donde Kikky y su enamorado finalmente logran vencer sus propios prejuicios y conviven en una armoniosa felicidad que se fue construyendo a lo largo de la película gracias en parte a la férrea decisión del enamorado.


Tan hipnótica como sensible, Majo No takkyubin en, sin lugar a dudas, una de las mejores películas del gran director japonés.

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