Five Branded Women (Martin Ritt, 1960)

En Yugoslavia, durante la ocupación nazi, cinco mujeres son acusadas por los partisanos de tener relaciones con oficiales alemanes. Para marcarlas públicamente, son rapadas y convertidas en parias dentro del mismo pueblo. Sin embargo, son los mismos nazis quiénes las expulsarán del lugar al convertirse en una molestia política irresoluble. Estas cinco mujeres vagarán por los montañosos parajes yugoslavos hasta que toman las armas de un grupo de soldados alemanes abatidos por los partisanos y se unirán a la resistencia donde volverán a tener inconvenientes tanto por su condición de mujeres como por su inexperiencia.

La película de Ritt tiene un comienzo muy interesante donde Jovanka (Silvana Mangano) lleva una mirada política cuasi diplomática que casi bordea el desinterés histórico del momento. Si la película hubiera continuado con esa lectura desapegada, el conflicto ideológico terminaría por enriquecerse; pero a medida que el grupo de mujeres se solidifica la película abre muchas miradas políticas (la de los partisanos encabezados por Velko (Van Helflin), la de Ljuba (Jeanne Moreau), incluso la de los nazis condensada en en el alemán Reinhardt (Richard Basehart) e intenta justificar a todas ellas con el fallido argumento de la presión de las circunstancias. Este equilibrio forzado termina construyendo una mirada bonachona que atenta contra el interés de la película al darle la razón a todas sus criaturas sin cuestionarlas. Tanto es así que el final de Daniza (Vera Miles) (un momento de quiebre tanto para Daniza como para Ljuba y Jovanka) queda desperdiciado por una construcción sin nervio y poco jugada.

La resolución del film, desesperanzadora y heroica al mismo tiempo, parece ser un reproche de la misma película hacia su tardía toma de posición; y no es casualidad que Jovanka sea la que cierre junto con Velko el relato. Pero para esas alturas, Ritt desaprovechó un grupo de actrices notables en una película que quiere quedar bien con todos.