The Collector (William Wyler, 1965)













Almodóvar habrá quedado fascinado con esta última película de William Wyler y decidió hacer una nueva versión con ¡Atame! (1989) Prácticamente es la misma historia: un joven secuestra a una chica para que con el tiempo se enamore de ella. Mientras que en Almodóvar el camino que sigue el relato es una comedia, en Wyler es tanto un estudio sociológico, como una metáfora del matrimonio, como una película de suspenso muy oscura.



Freddie Clegg (Terence Stamp) es un muchacho que se hizo rico  de un día para el otro gracias a ganarse la lotería. Sus dos pasiones son las mariposas y Miranda Gray (Samantha Eggar) una joven estudiante de arte, hija de un renombrado doctor y parte de un mundo tan snob como pudiente al cual Freddie no se anima a entrar con el fin de acercarse a Miranda. Freddie resolverá este obstáculo secuestrando a Miranda con el inocente motivo de lograr que ella se enamore de él al conocerlo en la intimidad.



A partir del secuestro, la película va hundiendo cada vez más el escalpelo en la personalidad retorcida de Freddie que solamente aspira (además de que Miranda se enamore de él) a que su relación con ella también le permita ingresar a una clase social que él supone esquiva.  En este caso, Miranda (tanto por temor por su vida como por reflejo) es condescendiente con Freddie, algo que él tampoco desea, lo que lo retraerá aún más y sus sentimientos irán perdiendo lo edulcorado a manos de una frustrante mortificación.



The Collector es un muy buen cierre de la filmografía de Wyler. Como en toda su filmografía, también aquí el director retrata dos posiciones enfrentadas (en este caso sociales) contenidas en los personajes en conflicto. Y si bien resuelve todas las cuestiones con un mismo cierre, hay un epílogo donde demuestra que la tensión soterrada puede volver brotar en cualquier momento. Pareciera que Wyler estuviera anticipando futuros reclamos sociales que pudieran terminar en violencia si no se resuelven.


Una película poco conocida y que vale la pena descubrir del gran William Wyler.



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