A Streetcar named Desire (Elia Kazan, 1951)

 








Tenesse Williams era un aclamado dramaturgo cuando aceptó adaptar para el cine su obra teatral  sobre una maestra con problemas mentales que aterriza en medio del matrimonio de su hermana con su violento marido.









Marlon Brando irrumpió en el cine con esta adaptación, donde multiplicó la venta de camisetas y comenzó su carrera de divo.










Elia Kazan también era un destacado director con títulos como Gentleman's agreement (1947).












Vivien Leigh todavía era recordada por Scarlett O'Hara y había estado muy bien en Anna Karenina (Julien Duvivier, 1948).














¿Entonces por qué la versión cinematográfica de A Streetcar named Desire no funciona?









Justamente por su rigidez teatral. Williams adaptó su obra de teatro al cine pero sus personajes quedaron sobre las tablas y se nota bastante por más que Brando tire cualquier objeto que tenga a mano o Kazan busque tomas demasiado armadas. El corset teatral (los sonidos que oye Blanche, por ejemplo) no deja respirar a los personajes a pesar de las muy buenas actuaciones de Vivien Leigh como Blanche DuBois, Marlon Brando como Stanley y en especial Karl Malden como Mitch y  Kim Hunter como Stella. Kazan se rinde ante un guión teatral y deja como resultado el típico producto a mitad de camino entre la experiencia teatral y la cinematográfica y que no satisface a ninguna de las dos.



Es un clásico oxidado que sobrevive gracias a la presencia de Brando. Aunque quién sabe hasta cuándo.

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