¡Átame! (Pedro Almodóvar, 1989)

 















Almodóvar habrá visto The Colecctor (1965, William Wyler) y pensó que podría darle una vuelta de tuerca a la historia. Entonces, cuenta la historia de Ricky (Antonio Banderas) un muchacho que al salir del psiquiátrico parte raudo a conquistar a Marina (Victoria Abril), actriz porno que está filmando un subproducto de terror bajo la órdenes de Máximo Espejo (Francisco Rabal), un director de cine lisiado y enamorado de Marina. Ricky irrumpirá en la casa de la actriz para tenerla secuestrada hasta que ella se enamore de él.



En ¡Átame!, Almodóvar tensa tanto las cuerdas de la verosimilitud que terminan por romperse. La relación entre Ricky y Marina sólo se sostiene por el magnetismo de Victoria Abril (tal vez su mejor papel) y la química que logra con Banderas. Es innegable que ambos logran caer simpáticos y ayudan a empatizar con su retorcida relación. El problema es que hay personajes satélites que rompen la representación de este Síndrome de Estocolmo y los fuerza a aceptarlo sin cuestionamiento. Esto ocurre con el personaje de Lola (Loles León), hermana de de Marina, quien se encoge de hombros ante la situación entre su hermana y Ricky y se alegra por la felicidad de la pareja.



El final, con Ricky, Marina y Lola cantando Resistiré, es uno de esos exabruptos que Almodóvar no puede evitar y a esa altura de su filmografía restan más de lo que suman.







En definitiva, la remake no declarada del film de Wyler resulta boba y desinteresante. Tal vez la película más fallida de Almodóvar.

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