The Sound of music (Robert Wise, 1965)
























The Sound of music es como un dinosaurio: grande, torpe y prehistórico. Es muy difícil entender el concepto que pergeñó esta película donde el nazismo incipiente, la veneración por Austria y los cuadros musicales se mezclan en un film de casi cuatro horas que asombra por el desequilibrio de su propuesta.





La película cuenta la historia de María (Julie Andrews) una novicia que es semi expulsada del convento para que asista a la familia Von Trapp compuesta por siete hijos y el viudo Capitán Von Trapp (Christopher Plummer). Al principio resistida por los chicos, Maria les ganará el corazón; primero a ellos y luego al padre. Mientras el nazismo avanza sobre Austria y compromete al patriota Von Trapp para que trabaje bajo las órdenes del Führer, el capitán planeará la fuga junto a su familia al rehusarse venderse al Reich.



Robert Wise (que venía de un exitazo con West Side Story (1961), no hace pie en ninguna de las 4 horas de película. Ni siquiera en los momentos que despunta el interés desde lo formal (algunas situaciones entre la Baronesa (Eleanor Parker) y Von Trapp) o desde la comedia sofisticada (los comentarios muy británicos del Tío Max (Richard Haydn) y que se desvanecen rápidamente para dar lugar las empalagosas canciones de María que se tornan ajenas a la trama, frenan la historia (más específicamente, la empantanan) y le quitan dramatismo a los momentos mencionados más arriba. Incluso el casamiento de María y Von Trapp (con toda la intención de espectacularidad) termina reducido a una anécdota.



Hoy The Sound of Music apenas sobrevive como una anómala curiosidad, siempre a mitad de camino del musical, de la comedia romántica, del cine de suspenso. Un film pesado y rancio. Seguramente, envejecido apenas se estrenó. Lo que lo llevó a ser un clásico, sigue siendo un misterio.

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