Claire de Femme (Constantin Costa-Gavras, 1979)





Costa Gavras abandona el género político que le dio fama con películas como Z (1968),  L' aveu (1970) o État de Siege (1972) y acomete una película romántica con intenciones existencialistas sostenida únicamente por el carisma del terceto protagonista.







En el comienzo de la película vemos a Michel Folin (Yves Montand) como un hombre en aparente fuga pero que no se anima a huir del todo. En una de esas incontables idas y vueltas en el aeropuerto para escapar en un avión que jamás va a tomar, se topará accidentalmente con Lydia Tovalski (Romy Schneider), una mujer solitaria que carga con una tristeza intransferible. Con el extraño y existencialista mago Galba (Romolo Vallli) como espejo (quien agoniza dentro de una vida en soledad sin la suerte de encontrar una compañía sea del sexo que sea), la pareja empezará una relación que irá descubriendo secretos que ambos esconden tanto por piedad como por dolor y que solidificarán la relación a pesar de sus propios límites. Mientras, el mago 



A pesar de que la historia tiene atractivo y genera curiosidad, Costa Gravas no parece muy cómodo en ella. Desconfiado de sus aptitudes como director, se dedica a ilustrar el guión con una excelente fotografía pero una desganada puesta en escena que se apoya únicamente en el sólido trío Montand, Schneider y Romolo Valli. El resultado es un film  que nunca llega a convertirse en el melodrama que promete por la frialdad con que Gavras mira a sus personajes y que lo lleva a cerrar la historia casi con indiferencia.

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Una película anómala dentro de la filmografía del director pero también muy fallida.


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