Gallipoli (Peter Weir, 1981)

 















Durante la Primera Guerra Mundial, el intento de Australia de invadir Turquía derivó en la masacre de Gallipolli; una batalla que supongo sirvió de inspiración para Paths of Glory (Stanley Kubrick, 1957) ya que tiene varios puntos de contacto.





Archy Hamilton (Mark Lee) es una joven promesa del atletismo que decide enrolarse en el ejército. En una de las competencias en las que participa se encontrará con Frank Dunne (Mel Gibson) -un atleta como él pero no tan veloz- quien también tiene la idea de ingresar en el ejército para defender Australia. Ambos, entonces, iniciarán una peregrinación para enrolarse pasando distintas vicisitudes hasta que la suerte determinará que formen parte de diferentes regimientos. Las vueltas de la guerra los volverá a reunir previo a la batalla que da nombre a la película donde se perderá toda lógica de lucha y los jóvenes en el frente serán trágicas marionetas que entretendrán al enemigo a la espera de que lleguen las tropas en una criminal maniobra militar.



Peter Weir, con sutileza y cariño por los personajes, narra la amistad entre Archy y Mark mientras realizan un recorrido por la Australia profunda, desafiando tanto el terreno hostil como el clima, en una clara referencia a la madurez personal. Pero es cuando entran al ejército cuando la actitud colonialista de los australianos irrumpe en un Egipto empobrecido y los vemos arrogantes en un país ajeno. Esta arrogancia un tanto violenta es el preludio a lo que les ocurrirá en el frente de Gallipolli donde se jugarán la vida de miles de soldados en una táctica militar incomprensible. En tanto llega la gran batalla, también vemos de qué manera los jóvenes jamás piensan en la muerte en el frente y se toman a broma los entrenamientos militares. 


El acierto de Weir es no hacer comentarios sobre lo que el espectador está viendo; esto le sirve para cerrar la película con un plano que funciona mejor que cualquier diatriba antibelicista. Weir pareciera contar la historia como si no supiera el desenlace de sus protagonistas (de hecho, la vuelta de tuerca final es un acto tanto de amistad como de heroísmo que ni siquiera se intuye pero tiene lógica una vez que lo vemos) y los sigue hasta que los roles se cambian y las chances en el frente comienzan a escasear. 


Con impecables actuaciones de Gibson y Lee, Gallipoli es una de esas películas perdurables; joyitas que sin ser obras maestras merecen un reconocimiento similar a aquellas.

Comentarios

Entradas populares