Kika (Pedro Almodóvar, 1993)

Tras la floja Tacones Lejanos (1991), Almodóvar intenta recuperar la provocación sin sentido de Laberinto de Pasiones (1982) para anexarla a una historia policial que se mezcla con una supuesta critica a la televisión basura. 

En este caso, cuenta la historia de Nicholas (Peter Coyote), un novelista que ha quedado viudo después de que su mujer (Charo López) muriera en lo que se supone un suicidio, quien recurre a Kika (Verónica Forqué) para que maquille a su hijo Ramón (Alex Casanovas) quien lleva tres días muerto. En pleno maquillaje, Kika  descubre que el hijo del escritor en realidad sufre de catalepsia. En tanto, Kika es violada por Paul Baso (Santiago Lajusticia) hermano de Juana (Rossy de Palma) empleada doméstica de Kika. Un desconocido que filmó la violación también filmó a Nicholas teniendo relaciones con Susana (Bibi Andersen) quien luego de verse con el escritor desapareció sin dejar rastro. Para investigar ambos casos surge como impensada protagonista Andrea Caracortada (Victoria Abril), morbosa presentadora de un programa amarillista y antigua amante de Nicholas, convertida en un sabueso feroz que perseguirá al escritor al punto de sacrificarse para saber la verdad.

La trama, como siempre, cruzará a todos estos personajes de manera artificiosa con la intención de estirar los minutos al punto de que ya no importe nada de lo que sucede en la pantalla. De hecho, el intempestivo peso que adquiere el personaje de Andrea Caractortada para intentar repetir, sin suerte, la pasión tanática de Matador (1986) o recurrir al disloque de Mujeres al borde de un ataque de nervios (1988) con el desdibujado personaje de Kika (que para colmo no se comprende demasiado por qué lleva su nombre la película) es un ejemplo de lo desequilibrado del guión y de lo fallido de su ejecución.

Este estruendoso fiasco de Almodóvar lo obligará en su próxima película a retomar un rumbo más conocido, pero no menos instatisfactorio. Akgo que ya es una constante en esta nueva etapa.