Mannequin (Michael Gottlieb, 1987)

 






Inexplicable éxito a finales de los inclasificables años '80. Inexplicable porque es una película que repele cualquier atisbo de empatía  con la comedia.







Mannequin cuenta la historia de Jonathan (Andrew McCarthy) un arquitecto frustrado que va de trabajo en trabajo hasta terminar de manera fortuita en un centro comercial regenteado por un maquiavélico Richard (James Spader) quien le está jugando en contra a la dueña del centro comercial, Claire Timkin (Estelle Getty), para echarlo a menos y poder vendérselo a la competencia. En el centro comercial, Jonathan se topa con Emmy (Kim Catrall), el espíritu de una momia díscola que vaga por los siglos y que anida en un mannequin al que sólo Jonathan puede ver con vida. Emmy ayudará a Jonathan a crear vidrieras llamativas para el centro comercial, lo que atrae a clientes arruinando los planes de Richard mientras crece el amor entre ellos.



Lo único que vale la pena en esta película es la presencia de James Spader como un afectado y malévolo Richard. El actor es tan preciso en su personaje que se permite ser una caricatura sin caer en ella, algo que sí le pasa, por ejemplo a  G. W. Bailey  que repite al calco su personaje de Police Academy y sin embargo da vergüenza ajena lo básico de su actuación. Por lo demás, todo es un refrito de las comedias (no importa si son buenas o malas) de aquella década pero sin poder reproducir nada gracioso o recordable. De hecho, si uno piensa en esta película lo único que viene a la memoria es la canción de los títulos finales (Nothing's gonna stop us now de Starship) y cuando de una película sobrevive únicamente la canción, habla muy mal de la película.


Esta ópera prima de Michael Gottlieb tuvo una secuela -Mannequin 2. On the Move (Stewart Rafill, 1991-) que pasó sin pena ni gloria. La suerte parece que no llama dos veces.


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