Los días de junio (Alberto Fischerman, 1985)
En plena guerra de Malvinas, y casi coincidiendo con la llegada del Papa Juan Pablo II, regresa Emilio (Norman Briski) un actor que vive casi una década de exilio en EEUU. con la idea de participar en una obra "comprometida" aprovechando cierto relajamiento en la persecución ideológica. En el regreso, intenta contactarse con sus amigos: José (Lorenzo Quinteros) un profesor secundario quien se autocensura luego de que su socio fuera secuestrado, Alberto (Víctor Laplace), un librero devenido en vendedor de banderitas papales y Jorge (Arturo Maly) un humillado científico a quien le suspenden su investigación por falta de fondos. Después de varias vacilaciones, logran reunirse y es donde salen los reproches hacia Emilio por haberse ido y los reproches de Emilio hacia ellos por abandonar la lucha. Esos reproches se zanjarán en una situación violenta que hace equilibrio en una ambigüedad un tanto confusa.
Alberto Fischerman ingresa así en la lista de directores que intentaron en los años '80 reflexionar sobre los sobrevivientes de los años de plomo, tanto de los exiliados como los que se quedaron en el país. Pero lejos de cargar las tintas y acusar con el dedo a sus personajes, Fischerman va desarmando de a poco la coraza que cada uno construyó a lo largo de ese tiempo.
Pero más allá de la capacidad de Fischerman de llevar adelante con sumo interés la relación entre estos personajes, también la película cuenta con un cuarteto de actores como Briski, Quinteros, Maly y Laplace que remiten en ciertos aspectos al quinteto de Amici Miei (Mario Monicelli, 1974) por la cofradía que arman y que se resume en la construcción de la bandera que luego queman. Los cuatro intérpretes logran trasmitir lo que ocultan con la postura del cuerpo (José), la gestualidad (Jorge) o el histrionismo de Emilio y Alberto cuyo antagonismo no es sólo histriónico sino también argumental. Esa confrontación va escalando hasta llegar a niveles físicos que desembocan en la violenta y ambigua situación mencionada más arriba.
Lo que se le puede objetar a Fischerman es el poco desarrollo de los personajes femeninos que juegan Ana María Picchio o Julia Von Grollman cuyos rol es apenas decorativo para aportar algunos diálogos y nada más. Supongo que la tensión del mundo masculino deja de lado el femenino. No obstante esto, Los días de Junio tiene una mirada atendible y es una película olvidada que merece un rescate.
Comentarios
Publicar un comentario