Io sono mia (Sofía Scandurra, 1978)




Vanina (Stefania Sandrelli) está vacacionando con su marido Giacinto (Michele Placido), sin embargo Vanina continua con la tarea de todos los días: limpiar la casa que alquilaron, cocinar, lavar, mientras Giacinto pasa el tiempo con un lugareño, hijo de un pescador, quien tiene sexo con Suna (Maria Schneider) +una mujer tullida que se hace amiga de Vanina- y una amiga de Scheneider (Anna Henkel-Grönenmeyer), que vive en ese lugar gracias a la ayuda del padre. Con Suna como modelo de liberación femenina, Vanina se harta de su rol de ama de casa, decide disfrutar de su sexualidad desvirgando al hermano del amigo de Giacinto y decide hacer un cambio radical en su vida cuando regresen de las vacaciones. 


Película feminista de barricada, más allá de lo rústico de su puesta en escena y un montaje que no puede resolver un guión endeble, Scandurra decide que los personajes masculinos sean peor de lo que pueden ser. Incluso insinúa una relación homoerótica entre Giacinto y el amigo (en la que pareciera que Vanina quiere entrar pero ellos no la dejan) para dejar un espacio tan amplio como vago para generar entre Vanina y Suna una atmósfera lésbica que pretende activar cierto erotismo que luego desembocará en la relación de Vanina con el virginal hermano del amigo de su marido. 


El resultado final de Io sono mia es tan predecible como el título. Aunque se reserva un comentario social cuando Vanina y Suna van a un pueblo para hacer una encuesta sobre el goce sexual de las mujeres y las mujeres las echan por inmorales, ver a Vanina rodeada de críos no pareciera tampoco celebrar la libertad femenina como la película propone.






Única película de la directora.







Avance cinematográfico






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