El verdugo (Luis García Berlanga, 1963)

José Luis (Nino Manfredi) trabaja en una cochería fúnebre y por casualidad conoce a Amadeo (José Isbert), un viejo que trabaja de verdugo para la justicia: es decir, ejecuta a garrotazos a los sentenciados a muerte. Amadeo tiene como única familia a Carmen (Emma Penella),  una hija casi solterona que nadie quiere cortejar justamente por la profesión de su padre. El amor entre José Luis y  Carmen nacerá y buscarán donde vivir luego de casarse. Amadeo puede conseguirles un departamento, pero para eso deberá jubilarse de su trabajo. Para apurar la jubilación, le propone a José Luis que ocupe su lugar como verdugo.  José Luis se niega pero Amadeo lo tranquiliza diciéndole que apenas va a trabajar. No muy convencido, José Luis acepta pero cuando llegue su primer trabajo querrá renunciar a su cargo y será perseguido por la justicia para que cumpla con su deber.

Tal vez El verdugo sea la obra maestra de Luis García Berlanga (1921-2010) por la oscura relación que plantea entre matar como oficio y el estado como empleador del asesino. La aceptación de la muerte como algo que no sólo es cotidiano sino también como una forma de vida donde hay personas que sacan tajada económica de esto es una crítica osada y no tan velada a la dictadura de Franco pero en especial es la mirada un tanto reprobatoria y otro tanto comprensiva a una sociedad que bajó los brazos y aceptó esta modalidad.

El momento en que la Guardia Civil irrumpe en una cueva donde José Luis está disfrutando de un espectáculo acuático es intimidatorio y violento, no sólo por el tono lúgubre de la fotografía sino por la sensación de no escapatoria que es bastante más que una metáfora sobre la persecución estatal y que tiene una extraña mezcla de humor negro, sarcasmo e incomodidad. 

Excepcional Nino Manfredi como José Luis pero también José Isbert (un abonado en las películas de Berlanga) como el viejo verdugo en retirada, en una de esas maravillas que dio el cine español y que es una joya de la cinematografía mundial.