Yo también tengo fiaca (Enrique Cahen Salaberry, 1978)



Marta (Susana Giménez) es un ama de casa con dos hijos y un marido -Jorge (Juan Carlos Calabró)- que las pocas veces que le presta atención es cuando quiere sexo y ella no tiene ganas por cansancio. Harta de la rutina, decide irse de vacaciones sola dejando a Jorge a cargo de sus hijos. Una vez en la playa, Marta se divertirá con cierto límites que impondrá a aquellos que quieran llevarla a la cama. En especial el indeciso Juan Carlos (Santiago Bal). Algo celoso, Jorge decide aprovechar la ausencia de Marta para verse sin prejuicio con su amante (Thelma Stefani) pero al momento del sexo no puede hacer nada porque piensa en Marta. Al salir del telo, es sorprendido por una amiga de Susana (Delfy de Ortega) que le cuenta a Marta lo que vio y Marta, entonces, planea la revancha.


Para la época de la realización (1978, plena dictadura militar argentina), la película comienza con un llamativo grito feminista que plantea a una mujer dueña de sus actos y de sus horas. Y ante la partida de Marta a Mar del Plata la película se encarga de dinamitar esa emancipación a cada minuto, ya sea con los comentarios de pareja que atiende el hotel de Mar del Plata (Osvaldo Pacheco y Nelly Beltrán), como las definiciones de la madre de Jorge (Marta Roldán), donde -obviamente- las mujeres independientes son vistas como prostitutas. Finalmente, Marta tiene que declinar su posiblidad de goce para vengarse de la infidelidad de su esposo y volverá a la casa gustosa de ser ama de casa.



Lo curioso es que Enrique Cahen Salaberry (1911-1991), en medio de ese mensaje rancio, religioso y moralmente facista -propio de los tiempos que se vivían en Argentina- integra un momento llamativo que está a cargo de Jorge Luz imitando a Tita Merello, Ese segmento hace una celebración del travestismo y la homosexualidad que asombra por lo desenfadado, lo osado y por cómo quedó en una película que plantea una moral occidental y cristiana.

Más allá de esto, es una típica película de valores reaccionarios para subrayar una moralidad rancia y castradora.

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