18 ans aprés (Coline Serreau, 2003)





Jacques (André Dussollier), Michel (Michel Boujenah) y Pierre (Roland Giraud) criaron durante 18 años a Marie (Madelaine Besson) desde que la dejaron en la puerta de su piso de solteros. Casi veinte años después, se ven nuevamente libres cuando Marie entra en la Universidad y al mismo tiempo reciben la visita de la madre de Marie (Phillipine Leroy-Beaulieu) junto a su nueva familia: su areja que a la vez es un padre prepotente John (Ken Samuels), un hijo que sigue los pasos del padre, Jack (Gregoire Lavollay-Porter) y el otro hijo bien europeo que parece sacado de un film independiente estadounidense, Arthur (James Thiérre). Arthur se enamorará de Marie mientras que ella se deslumbra por Jack. En tanto, aparece la posibilidad de unas vacaciones, Marie es invitada y Jacques, Michel y Pierre intentarán recuperar el tiempo perdido en cuanto a mujeres.



No hace falta dejar pasar demasiados minutos para darse cuenta que esta secuela es inútil. Como si no hubieran pasado 18 años, la película sugiere que los tres amigos suspendieron durante ese tiempo cualquier contacto sexual con alguna mujer. Son patéticos los momentos donde reanudan sus conquistas sexuales intentando imitar la vitalidad de dos décadas anteriores y uno tiende a darle la razón a las mujeres cuando les cantan las verdades en la cara. Tampoco la historia de Marie tiene interés como para justificar esta secuela, no sólo porque la familia de Arthur es pura supeficialidad sino que cuesta ver en Arthur algo que haya interesado a Marie y viceversa. 



3 hommes et un couffin (1985), primera parteel gran éxito de Coline Serreau (1947), no era gran cosa pero algo funcionaba; pero está innecesaria secuela es peor: está filmada a las apuradas y por momentos parece un conjunto de escenas improvisadas unidas con más o menos cuidado. La fiesta final resume todo la desidia del regreso.


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